miércoles, 31 de octubre de 2012

El adulterio femenino en otros libros de la época

Tras la lectura de varios relatos del Decamerón, has podido comprobar que algunos argumentos no son originales del autor sino que este los toma de la tradición literaria y folclórica. El tema de la Jornada VII, el de la mujer infiel y el marido celoso, es muy recurrente y lo abordan irónicamente, por ejemplo, dos obras de la época que contienen también relatos enmarcados: el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita en su fábula del pintor Pitas Payas y Cuentos de Canterbury de Chaucer en el "Cuento del molinero".


En el cuento del pintor Pitas Payas, a pesar de las diferencias de género e intencionalidad (es poesía culta y moralizante) hay mucho parecido con el Decamerón, pues las reacciones astutas de las mujeres adúlteras son las mismas. En ambos casos, ellas evaden la ira o sospechas del marido mediante contestaciones ingeniosas, improvisadas, humorísticas e increíbles dadas para no reconocer su culpa. En este cuento, Pitas Payas tiene que ausentarse por un viaje de negocios y deja sola a su mujer recién casada. Antes de partir, dibuja un cordero en el ombligo de su esposa para asegurarse de que esta le será fiel. La mujer tiene un amante y al cabo de dos años, vuelve el marido. Como el cordero se ha borrado, ella le pide al amante que repita el dibujo en el  mismo sitio y este, con las prisas, pinta un carnero. Cuando Pitas Payas recrimina a su mujer porque los cuernos del animal han crecido, ella muy resuelta le responde que el tiempo no pasa en balde y que en dos años un cordero ya es carnero. Irónica e ingeniosa la respuesta, ¿verdad? ¿No recuerda a las reacciones de muchas infieles del Decamerón?


En el "Cuento del molinero" de Chaucer, la mujer de un carpintero es infiel con un joven estudiante alojado en la casa y no duda en quedarse con este aun a costa de la desgracia y el escarnio público de su marido. Del carpintero se burla la pareja convenciéndole de la llegada de un inminente diluvio, del que tendrá que salvarse y salvarlos a ellos dos colgando en el techo unas tinajas que echará a flotar cuando las aguas crezcan. También rondaba a la mujer un sacristán del que esta pretende deshacerse dándole a besar su trasero por la ventana en vez de su cara. El sacristán burlado vuelve con un rastrillo candente para vengarse y quemar aquellas posaderas que besó, mas ahora es el estudiante quien saca las suyas y resulta abrasado. Al oír los gritos pidiendo agua, se despierta el carpintero, (que se había quedado dormido en la tinaja), cae del techo y se rompe un brazo. La gente le toma por loco y los amantes disfrutan a placer. En algunos cuentos del Decamerón también la mujer muestra la misma sangre fría y crudeza para con el marido, quien acababa ridiculizado en público bien por los vecinos (cuento del pozo, VII-4) o por la familia (cuento de la criada  a quien le cortan las trenzas a ella en vez de a su señora, VII-8). 

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