Abajo puedes leer dos textos. Uno es la queja de Romeo a fray Lorenzo por el destierro que acaba de imponerle el Príncipe y el otro es el famoso monólogo de Segismundo en La vida es sueño, obra de Calderón de la Barca mencionada en clase. Observa que hay cierto paralelismo entre ellos: tanto Romeo como Segismundo se quejan de su mala suerte, de su destierro y prisión respectivamente. Ambos personajes se sienten privados de su libertad y con menos derechos que los animales. Segismundo, al gusto barroco que riza el rizo, va más allá y envidia no solo la libertad del reino animal sino la de cualquier otra forma de vida: la de sus semejantes, las aves, el bruto, el pez y el arroyo.
ROMEO
Tortura y no bondad. Aquí está el cielo
Tortura y no bondad. Aquí está el cielo
donde Julieta vive. Hasta el ratón insignifcante,
el perro y el gato- hasta lo más abyecto-
viven en este cielo y pueden verla;
Sólo Romeo no puede. Más respeto y honorabilidad,
más dignidad tiene una mosca carroñera
que el propio Romeo: ella puede posarse
en la maravillosa blancura de su mano,
y robar la inmortal dicha de su boca,
se torna roja pensando que besar es pecado.
¿Esto pueden las moscas y yo debo partir?
¿Y aún decís que el exilio no es muerte?
No, pero Romeo no debe. No, pues está desterrado.
Hasta las moscas, digo. ¿Y yo debo partir?
Ellos son libres; yo estoy en el destierro.
¿No tendréis un brebaje, de veneno, un cuchillo afilado,
nada para una muerte súbita?¿Nada?
¿Sólo "desterrado" para matarme? ¿"Desterrado?"
Padre, los condenados usan esa palabra
en el infierno, mientras aúllan. ¿Cómo tenéis un corazón
siendo sacerdote, padre espiritual, perdón
de los pecados, y mi amigo,
para lacerarme con esa palabra, "desterrado"?
Romeo y Julieta (Acto III, Escena 3)
Romeo y Julieta (Acto III, Escena 3)
SEGISMUNDO
¡Ay mísero de mí, y ay,infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando atrevida y cruel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¡Ay mísero de mí, y ay,infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando atrevida y cruel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
La vida es sueño (Jornada I,Escena 2)
Sin embargo, recuerda que hay diferencias en el tratamiento de los temas de la predestinación y el libre albedrío: Shakespeare en Romeo y Julieta impone a los amantes los rigores del destino trágico y por mucho que estos intenten huir de él, serán víctimas de las circunstancias, de nefastas casualidades, de la mala Fortuna. Años después, Shakespeare ahuyenta dicha fatalidad en su tragedia Julio César y cuando Casio conspira con Bruto contra el prepotente César, le advierte de que el hombre puede variar el curso de las cosas y de que no todo está escrito: La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros, que no somos más que esclavos (I, 2).
La misma idea del libre albedrío está en Calderón y su obra La vida es sueño. Aunque Segismundo vive encarcelado por orden de su padre (rey que intenta evitar que se cumpla el vaticinio de que su hijo sería un déspota), se libra de su trágico destino por ejercer su voluntad de hacer el bien y luchar contra sus instintos convencido de que es posible porque el hado más esquivo,/ la inclinación más violenta/ el planeta más impío,/ solo el albedrío inclinan,/ no fuerzan el albedrío (vv.788-792) y aun no estando seguro de si lo que vive es realidad o sueño. Lo único seguro es prepararse para el definitivo "despertar"; por eso asume la enseñanza de Clotaldo, su maestro: que aun en sueños/ no se pierde el hacer bien y decide ser juicioso: Es verdad; pues reprimamos/ esta fiera condición,/ esta furia, esta ambición,/ por si alguna vez soñamos./ Y sí haremos, pues estamos/ en mundo tan singular, /que el vivir solo es soñar;/ y la experiencia me enseña,/ que el hombre que vive, sueña/ lo que es hasta despertar. (vv. 2148-2157).