Praga es la ciudad donde vivió Kafka toda su vida. Aunque viajara a menudo, siempre volvía a esta ciudad que tanto amaba y odiaba por igual (
Esta madrecita tiene garras, llegó a declarar). Esta mezcla de sentimientos encontrados se corresponde con su pesimismo y carácter atormentado por un lado y con el antisemitismo incipiente por el otro, pero lo que parece claro es que la toponimia praguense no es muy significativa en sus obras. La ciudad no adquiere el mismo protagonismo que adquiría con Dostoievski, por ejemplo, ya que las descripciones realistas de Kafka lo son de universos oníricos, fantásticos y no de la realidad circundante tal y como nos tenía acostumbrados el realismo decimonónico. La ciudad pierde protagonismo en sus obras en aras de las situaciones absurdas tan propias, que hemos dado en llamar "kafkianas" y que simbolizan la precaria posición del hombre y de sí mismo en el mundo. Precisamente en esa convivencia de lo insólito y lo real radica lo novedoso de una escritura que inspiraría a los existencialistas tras la Segunda Guerra Mundial. Kafka renovará, pues, la narrativa del siglo XX en aspectos más que formales (como hicieran Proust y Joyce) de contenido.
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Dibujo en camisetas y demás mercadería de recuerdos |
Pero volvamos a Praga: es una de las ciudades que más explota turísticamente el hecho de ser cuna de un autor ilustre. Parece que quisiera resarcirse de la indiferencia que mostrara por él en tiempos pasados nazis y comunistas, en que era considerado un autor burgués que además escribía en alemán y no en checo. En cambio, en la actualidad, el nombre de Kafka se repite en objetos y negocios de todo tipo y hasta las oficinas y guías de turismo ofertan la llamada "ruta de Kafka" que muestra los lugares donde vivió, estudió, paseó, trabajó y participó en tertulias literarias.
Si pinchas
aquí verás un ilustrador enlace de la ruta kafkiana, con mapa y fotos comentadas de los lugares de interés. La vida del autor gira fundamentalmente en torno a la Plaza de la Ciudad Vieja; como dice a su profesor de hebreo:
Este estrecho círculo engloba toda mi vida.
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Casa natal |
De la casa natal junto a la Iglesia de San Nicolás, donde vivió sus cinco primeros años, solo se conserva el portal de piedra y una placa conmemorativa. Sabemos algunas curiosidades biográficas como la de la casa
U Minuty, donde Kafka pasó parte de su vida escolar. En una carta recuerda que cada día la cocinera de su familia, encargada de llevarle hasta la escuela tras la iglesia de Týn, debía atravesar la plaza arrastrándole. En 1912 su padre abrió una tienda de ropa en la misma plaza, en los bajos del Palacio Goltz-Kinský. En la segunda planta de este se ubicaba el Liceo alemán donde Kafka estudió entre 1893 y 1901. La educación en lengua alemana propiciada por el padre era común entre la minoría judía que quería prosperar.
En el extremo sur de la plaza, en la casa
El Unicornio, había un salón literario que frecuentaban Kafka y sus amigos de su Círculo de Praga (Max Brod y Franz Werfel, judíos que escriben en alemán como él). También asistían a él otros intelectuales de la época como Einstein, por ejemplo, que dio clase en la universidad. En otro extremo de la misma plaza comienza la exclusiva calle Parízska, flanqueada por la iglesia de San Nicolás a un lado y la casa Oppelt, al otro. Allí Kafka vivió con sus padres y ambientó su relato de
La metamorfosis (1915). Siguiendo esta calle se encuentra el barrio judío de
Joséfov donde Kafka asistía a los oficios religiosos de la sinagoga, de mala gana, como confiesa en su
Carta al padre al cual reprocha, entre otras cosas, su religiosidad superficial propia de un judío asimilado:
Como niño, en coincidencia contigo, me recriminaba yo mismo el que no frecuentara bastante el templo, el que no ayunara, etc. [...] Más adelante, como adolescente, no entendía cómo podías reprocharme, con tu nada de judaísmo, el que yo aunque fuera por "piedad", como solías decir) no me esforzara por lograr una nada semejante. Como sabes, más tarde se interesa por el sionismo y el teatro
yiddish, se une sentimentalmente a Dora Diamant, hija de un rabino ortodoxo, estudia hebreo y hubiera viajado a Palestina si su tuberculosis no se lo hubiera impedido.
En el barrio judío, junto a la Sinagoga Española, se erigió en 2003 un monumento conmemorativo del 120º aniversario del nacimiento del autor. Como habéis comentado ya en clase, es bastante kafkiano y se presta a diversas interpretaciones. Por cierto, también le rinde tributo, aunque a su modo, el
Café Franz Kafka, muy próximo a la estatua y que conserva cierto aire decadente y fotos de Praga y de Kafka en su interior.
En ocasiones, el centro le resultaba a nuestro autor algo ruidoso y buscaba descanso y evasión en los magníficos parques Chotek y Letná, de la otra orilla del río, bajo el Castillo. Por la misma razón durante el año 1916, se mudó a una casita azul, como de cuento, que su hermana Ottla tenía arrendada en el Callejón de Oro, nº 22, del barrio del Castillo. En la buardilla trabajaba muchas veces hasta el amanecer. Allí escribió más de una docena de cuentos y encontraría inspiración para su novela
El castillo (1926). Uno de esos relatos es
Un médico rural, que dedica
a su padre quien lo recibe con estas secas palabras: "Déjalo en la mesita de noche". Con el tiempo, Kafka acabaría viviendo a este lado de la ciudad. Curiosamente su última casa fue un apartamento en el segundo piso del Palacio Schonborn, que hoy ocupa la Embajada de EE.UU.
En el barrio de Malá Strana, bajo el Castillo, se ha instalado desde 2005 el
Museo Franz Kafka de Praga. En él se muestra por un lado, la visión ambivalente y el profundo conocimiento histórico que Kafka tenía de Praga y por otro, la topografía novelada que, dicho sea de paso, donde más se rastrea es en su primer relato titulado
Descripción de una lucha.
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Museo Franz Kafka |
La Universidad donde estudió Derecho y sus lugares de trabajo están muy próximos a la Plaza Nueva: en la
Plaza Wenceslao junto al Hotel Europa, estaba la
Aseguradora Italiana, de donde se despidió tras nueve meses de aburrido trabajo burocrático. Muy cerca de la Torre de la Pólvora, persiste la
Compañía de Seguros contra accidentes de trabajo, donde Kafka trabajó doce años de manera ejemplar hasta que tuvo que jubilarse anticipadamente por motivos de salud.
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Hotel Europa donde leyó su obra La condena |
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Edificio de la Assicurazioni Generali |
El horario matutino del trabajo le permitía pasear al atardecer por las calles de Praga, que tan bien conocía. Por supuesto, también frecuentaba algunos cafés emblemáticos donde escribía en paz (el
Continental), desarrollaba su interés por el teatro yiddish polaco (el
Savoy) o se reunía con la intelectualidad de la época (el
Arco, el
Louvre o el
Slavia). Este último, de elegante estilo
art decó frente al Teatro Nacional y con vistas al río Moldava, se hizo famoso por ser frecuentado por escritores de comienzos de siglo XX, como Rilke y Kafka, y después por Vaclav Havel y otros disidentes en las décadas de 1970 y 1980.
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Café Slavia |
Muy bien María, me encanta como lo has expuesto.
ResponderEliminarJavier
Qué bonito!!! Qué ganas de volver ;-)
ResponderEliminarMe ha encantado!!! Que artista eres! Asi da gusto estudiar literatura, pedazo de profe!!!
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