viernes, 3 de febrero de 2012

La reina Mab: Shakespeare y Rubén Darío


En el folklore inglés, la Reina Mab es el hada de los sueños y muchos galeses medievales la creían maestra del mago Merlín. Shakespeare la describe magistralmente en su obra Romeo y Julieta por boca de Mercutio (I, iv), quien cree dar con la razón de la sombra de Romeo camino del baile de máscaras de los Capuleto. Esta no es otra que la visita de Mab en sueños:
Ya veo que te ha visitado la reina Mab,
la partera de las hadas. Su cuerpo
es tan menudo cual piedra ágata
en el anillo de un regidor.
Sobre la nariz de los durmientes
seres diminutos tiran de su carro,
que es una cáscara vacía de avellana
y está hecho por la ardilla carpintera o la oruga
(de antiguo carroceras de las hadas).
Patas de araña zanquilarga son los radios,
alas de saltamontes la capota;
los tirantes, de la más fina telaraña;
la collera, de reflejos lunares sobre el agua;
la fusta, de hueso de grillo; la tralla, de hebra;
el cochero, un mosquito vestido de gris,
menos de la mitad que un gusanito
sacado del dedo holgazán de una muchacha.
Y con tal pompa recorre en la noche
cerebros de amantes, y les hace soñar el amor;
rodillas de cortesanos, y les hace soñar reverencias;
dedos de abogados, y les hace soñar honorarios;
labios de damas, y les hace soñar besos,
labios que suele ulcerar la colérica Mab,
pues su aliento está mancillado por los dulces.
A veces galopa sobre la nariz de un cortesano
y le hace soñar que huele alguna recompensa;
y a veces acude con un rabo de cerdo por diezmo
y cosquillea en la nariz al cura dormido,
que entonces sueña con otra parroquia.
A veces marcha sobre el cuello de un soldado
y le hace soñar con degüellos de extranjeros,
brechas, emboscadas, espadas españolas,
tragos de a litro; y entonces le tamborilea
en el oído, lo que le asusta y despierta;
y él sobresaltado, entona oraciones
y vuelve a dormirse. Ésta es la misma Mab
que de noche les trenza la crin a los caballos,
y a las desgreñadas les emplasta mechones de pecho,
que, desenredados, traen desgracias.
Es la bruja que, cuando las mozas yacen boca arriba,
las oprime y les enseña a concebir
y a ser mujeres de peso.
Es la que…
(trad. Ángel-Luis Pujante) 
John Anster Fitzgerald, El sueño del pintor (1857)

Rubén Darío también escribe sobre Mab en su libro Azul (1888), iniciador del Modernismo y que contiene poesías y cuentos. Entre estos últimos está el titulado El velo de la reina Mab” inspirado en Shakespeare. En su Autobiografía reconoce esta deuda y escribe: En El velo de la reina Mab, el deslumbramiento shakespeariano me poseyó y realicé por primera vez el poema en prosa. Más que en ninguna de mis tentativas, en ésta perseguí el ritmo y la sonoridad verbal, la trasposición musical.
 Y efectivamente, el autor hace gala de un lenguaje grandilocuente, culto, modernista, nada utilitarista, para narrar las quejas de cuatro artistas (un pintor, un escultor, un músico y un poeta) porque no se sienten comprendidos por el gran público. Mab los cubre con su velo mágico y azul y les hace soñar felices, les da vanidad y confianza en sí mismos. 

Entonces la reina Mab, del fondo de su carro hecho de una sola perla, tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros, o de mradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los sueños, de los dulces sueños que hacen ver la vida de color de rosa. Y con él envolvió a los cuatro hombres flacos, barbudos e impertinentes. Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la esperanza, y en su cabeza el sol alegra, con el diablillo de la vanidad, que consuela en sus profundas decepciones a los pobres artistas.
Y desde entonces, en las buardillas de los brillantes infelices, donde flota el sueño azul, se piensa en el porvenir como en la aurora, y se oyen risas que quitan la tristeza, y se bailan extrañas farándolas alrededor de un blanco Apolo, de unlindo paisaje, de un violín viejo, de una marillento manuscrito". 

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