Esta entrada se la dedico a mis dos tocayas, las bailarinas de la clase. Disfrutad con la escena final del ballet Romeo y Julieta, de Prokofiev. Vosotras nos ilustraréis sobre tecnicismos coreográficos, pero espero que coincidáis conmigo en que ambos bailarines son magníficos y la trágica escena rezuma romanticismo y sensibilidad.
Como sabéis, la muerte de los amantes acaba con las rencillas entre las dos familias rivales y el Príncipe acaba diciendo la última palabra:
CAPULETO:
Dadme vuestra mano, Montesco, hermano mío.
esta es la dote de mi hija. Nada más
puedo pedir.
MONTESCO:
Yo sí puedo daros más,
pues he de erigirle una estatua de oro
a Julieta, de modo que, mientras Verona exista,
ninguna otra imagen ha de ser tan honrada
como la de vuestra fiel y sincera hija.
CAPULETO
Con igual esplendor, y junto a ella, yacerá Romeo.
¡Oh, pobres víctimas de nuestro odio!
PRÍNCIPE:
La mañana trae consigo una paz lúgubre;
el sol, apenado, no asoma su cabeza.
Vayamos que hemos de hablar de estos hechos
tristes. Unos serán perdonados, otros
tendrán su castigo, pues historia tan penosa nunca
hubo, como esta de Julieta y Romeo.
Salen todos
FIN
Es un ballet precioso.
ResponderEliminarGracias a Shackespeare hemos desarrollado toda una gama de manifestaciones artísticas a lo largo del tiempo.
Es genial que todavía se le siga teniendo presente de un modo tan bonito como es el baile.